Se acabó la película, y ahora deberían venir los títulos de crédito, esa larga lista de nombres que sólo los muy cinéfilos (o los muy papanatas) se quedan a ver. Pero en esta ocasión, yo me siento obligado a dejar pasar la lista hasta el final.
Antes de nada, muchas gracias a todos los recintantes, habéis estado, como diría Agathe, superbe. Habéis dado vuestra mejor versión en el momento preciso. Me gustaría saber qué están pensando aún del acontecimiento Jiang Jiang, Erin o Una. Su presencia, en cualquier caso, ha sido muy importante para el sabor multicultural del recital. Agathe, Victoria y Giusi han dejado el pabellón de sus lenguas muy alto, ha sido todo un placer oírlas. La suavidad del acento brasileño de Naiara..., ¡qué cosa tan bonita! Blanca y Jesús han sostenido con mucha dignidad el pabellón clásico, las musas (esperemos) deberían tener en cuenta este favor.
Y después... Para los del recital itinerante el agradecimiento va en bloque. En más de un verso habéis tocado la fibra sensible de este rudo burgalés. Muchas gracias Pablo, Raquel, Ramón, Blanca, Daniel, Jesús, Ignacio, Jaime, Melanie, Enol y Clara. He modificado el cartel del recital en vuestro homenaje, a ver si os gusta (se engrandece picando sobre él). Esa es mi escueta manera de daros a todos un abrazo.
Por poco se me olvida nuestro sufrido narrador, Germán, cogido al vuelo casi el último día y que ha conseguido reprimir las improvisaciones que le pedía el cuerpo (como el chiste de la canica), realizando un trabajo sobrio y bien hecho.
Mención especial para nuestras hadas madrinas, Elena y Mónica, que han soportado la parte más ingrata del recital, el mantenimiento del equipo de megafonía. Sin su ayuda hubiera sido imposible que las cosas salieran como han salido.
Un agradecido reconocimiento merecen también los profesores de plástica, Maite, Isaac y Federico, que han estimulado a sus chicos y chicas para ilustrar nuestros poemas, algunos de ellos de manera más que notable. Han convertido una idea mediocre en un resultado brillante.
Gracias también a todos aquellos que nos han echado una mano o nos han alentado con palabras amables, así como los y las profes que nos han permitido la entrada en sus aulas y tan cariñosos han sido con nosotros. A la dirección del centro, por permitirnos hacer las cosas a nuestra manera. A nuestro bullicioso público, que, como ha aplaudido con tanta pasión, le perdonamos que no pudiera parar callado.
Y en último lugar, me doy las gracias a mí mismo, que he tenido que descargar el vestusto equipo que habíamos alquilado, con el coche en doble o triple fila, en la calle Cabrales. Hay que reconocer a esto también su mérito.
Un abrazo a todos. Y hasta aquí llegó este blog.